Sí recordaba que, una vez en el parque, dejando pasar el tiempo. Y en otra ocasión, ¿donde era? ¿el cine?, bueno, obvio el cine también, pero... ¡ah si! no una, sino tal vez dos veces en el centro comercial. Los lugares obvios, la sala, la cama. Bueno, hasta en los sueños (dormidos o despiertos) recordaba sus manos por sus piernas. Era como un rito, como un signo de pertenencia.
Y no que le molestara, al contrario. Mas bien, ahora que ya no pasaba, extrañaba ese toque, ese roce, y por eso se daba cuenta que debía ser como una obsesión. Algo que los hacía uno. Nunca hubo palabras. No había un '¿puedo?', no era necesario. Simplemente pasaba y era algo... natural y a la vez único entre los dos.
Tenía la certeza, que, de estar cerca de nuevo, irremediablemente volvería a ocurrir. En el café, en el parque, en la plaza... la cuestión era... ¿Volvería a ocurrir? ¿Volvería a tener la oportunidad?
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