La realidad es que NO tengo todas las respuestas… de hecho,
creo que difícilmente logro obtener algunos aciertos a las preguntas de todos
los días. Y no sé si es bueno o malo, porque hay tantas preguntas que me
parecen importantes, que me parece que deberían tener respuesta… pero no la
hay, y yo menos que nadie (a veces) las tiene.
Por ejemplo, ¿porque me levanto cada día? ¿Porque el cielo
es azul y a veces gris y a veces bien negro? Pero esas son ‘fáciles’. Una más
difícil: ¿Porque no puedo saber porque algunos papas deben dejar a sus hijos
para estar bien con sus esposas, una vez que estas ya no son sus esposas?… ¿Porque
extrañamos aquello que sabemos no es
para nosotros y no nos hace bien? ¿Porque lo que nos encantaba de
algunas personas, ahora, con el tiempo parece ya no encantarnos tanto? ¿Porque
las personas con las que nos juramos una vez fidelidad, compañía, risas y
llantos, de pronto, de repente, ya no están? ¿Porque para estar sano
físicamente, a veces hay que estar ‘incompleto’? ¿Porque no me pueden crecer de
nuevo esas partes dañadas como les pasa a algunos animales que recuperan
miembros perdidos en batallas feroces… o no tan feroces?; ¿porque no son como
los dientes de leche, que se caen y luego vienen otra vez?¿ Porque creemos que
podemos solucionar los problemas de otros mientras les escuchamos? … ¿Porque no
podemos, en verdad, hacer felices a todos? ¡Complacerlos a todos!
Dirían los de Calle 13: Muchas preguntas y pocas respuestas.
Lo peor, que no creo que haya alguien que pueda responder estas y otras
cuestiones. Y entonces me tengo que conformar con confiar en que un día,
alguien, en algún momento, se va a sentar junto a mi (con café o sin él) y me
va decir: A ver, ya estamos aquí, cuéntamelo todo, ¿que pregunta quieres que te
responda primero?... Lo peor de esto, es saber que voy a estar tan impactada
con la bondad en sus ojos, con el brillo de su cara, y la paz en su persona,
que no me va a quedar otra que decir: No pues nada, no más con verte Jesús ¡se
me olvidan las preguntas!
Y sinceramente creo que algo así va a suceder, pero mientras
llega el día (que, no es mala onda ni nada, pero no creo que sea pronto) yo
seguiré leyendo esos mensajitos, de amigos cercanos y otros no tanto, tratando
de descifrar si en verdad están bien, si me necesitan, si necesitan mi distancia, si debo ser
imprudente y gritarles o si debo permanecer como ‘al acecho’, pendiente no más
para cuando me necesiten.
¿Como me vera el mundo? ¿Igual que yo a él? Con tantas
dudas, tantas preguntas sin respuesta y
cosas que me interrumpen el sueño de cuando en cuando y que a veces me hacen
llorar con lo que leo, y otras veces, claro, me hacen reír con sus ocurrencias.
¿Como me vera el mundo? ¿Así como yo me veo al espejo, con dudas que no me aprisionan y sin
respuestas que nadie me ha pedido?
(Que conste que ninguna de estas preguntas está relacionada
con algo personal mío, mi historia propia no me la cuestiono… tanto)
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