September morning...
Pero no, no es Septiembre, es Julio. Y sin embargo con la lluvia de hoy, el café, el niño entretenido en otra cosa; mi corazón y mi mente se 'permiten' un viaje a Xalapa, a Gara, a otro tiempo. No sé si mejor o no, simplemente, otro tiempo. Donde las responsabilidades eran otras, los goces otros, el café mejor con música o con libro.
Cuando me moví a Xalapa, no tenía idea de como sería la vida ahí, no tenía mas que 'emocionales' referencias y recuerdo haber hecho preguntas que casi me parecieron absurdas para arreglar 'adecuadamente' mi primera maleta. Había tanta expectación en mi corazón, tanta emoción. Pero sobre todo, desde antes de llegar, y al entrar a la ciudad, tenía una seguridad tan inmensa de que ESE era MI lugar. Nunca antes, y nunca después he vuelto a sentir tanta 'pertenencia'. No importó después descubrir el clima, la lluvia que no cae sino flota, el frío que se instala en la sabana y te obliga a no moverte del calientito lugar que ha tocado tu cuerpo. Y los días de sol y caminatas, largas, casi solitarias, ¡al compás de los benditos audífonos! Podía entonces recorrer la ciudad en un día domingo, de Gara al Museo y punto intermedios, sin nada que hacer, sin nada que me 'obligara' a nada.
Los días de trabajo, bueno, no me puedo quejar. Largas horas en Tarq, otras tantas en Gara, estudiando, buscando, escribiendo, a veces metiéndome a la cocina con Fátima y Beto a ver que hacían o como lo hacían. Tardes con las amigas, orando, hablando, leyendo, orando, hablando. Café, amigas, libros.
Y los días de cine y libros, encuentros y desencuentros dentro y fuera de la pantalla, el parque Juarez y el Ágora de la ciudad con sus diversas vistas. Los miles de cafes-refugios-pretextos, las calles que suben y bajan. El puente de Xico y sus lavaderos, los Lagos, el Estadio, los Berros...
Y ahora, en su conjunto y todo, son recuerdos, anhelos lejanos e imposibles; porque no solo las compañías han cambiado (de lugar, de prioridades, de modos) también la ciudad. Tiempo que anhelo el día de volver, pero sé que no será igual, y eso mismo me detiene. Prefiero el sueño del recuerdo, la imagen nubosa que queda solo en las fotografías. Los recuerdos de las risas, esas compartidas. Los amigos lejanos, que son ahora los mismos y tan distintos... tan distantes.